Fuente: Canal Abierto

Al subte, con paciencia y un barbijo

La presencia de asbesto en los subterráneos de Buenos Aires obligó a retirar formaciones del servicio. La línea B -con constantes demoras- está a un paso de paralizarse y la salud de trabajadores y usuarios está en riesgo por exposición a esta sustancia.

En el subte de Buenos Aires circulan formaciones que contienen asbesto, un componente mineral que produce distintos tipos de cáncer por la sola exposición a sus partículas en el aire. Son formaciones que utilizan a diario los pasajeros de las líneas B, C y E de la red porteña.

En 2011, Mauricio Macri –en ese entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad- adquirió en forma directa los trenes CAF 5000, fabricados en los 70, y puestos a funcionar en la línea B. La falta de investigación sobre las unidades adquiridas resultó en €4.000.000 de hojalata por la gran cantidad de amianto que presentaban.

Hoy, los Metrodelegados advierten que sólo están funcionando 17 de los 24 trenes disponibles en la línea B, porque siete de ellos tienen asbesto. La falta es notoria, y casi todos los días el reclamo de los usuarios se hace escuchar en las redes sociales por las constantes demoras e interrupciones en el servicio.

Si por algún desperfecto sólo quedan 15 unidades en funcionamiento, la línea se ve en la obligación de parar, ya que las formaciones que se rompen y tienen componentes con asbesto no se reparan. De esta manera se pasaría de la actual alerta naranja a una roja. En estos momentos, las cocheras de la línea B están a dos unidades del colapso.

En el caso de averiarse alguna formación, la evacuación también es riesgosa, ya que en este ramal del tejido subterráneo hay un tercer riel, que es el de alimentación eléctrica.

Las fallas son inminentes porque, según informaron desde la Secretaría de Salud Laboral y Condiciones en el Medio Ambiente de Trabajo de la AGTSyP, los trabajadores del taller hicieron cese de mantenimiento hace dos meses. Gran parte de las piezas tienen asbesto y priorizan resguardar su salud.

El constante reclamo de los trabajadores para que se reconozca la gravedad de la situación concluyó el año pasado con la destrucción de una parte de las formaciones. Mientras, el sindicato tomó cartas en el asunto e inició su propia investigación.

Enviaron muestras a la Universidad Nacional del Sur que, junto a la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, confirmaron la presencia de asbesto en los trenes Nagoya y General Electric de la línea C, los Fiat de la línea E, los Siemens de la línea H, los Gee Caf de la línea E, los Mitsubishi de la línea B, en frenos de las escaleras mecánicas de las líneas E y D, y en el techo del cuarto de descanso de los conductores del Premetro.

Hasta el momento no hubo iniciativa similar por parte de las autoridades de SBASE ni del gobierno porteño. Desde Metrodelegados sospechan que la empresa quiere desaparecer las pruebas que constaten la presencia de amianto para no hacerse cargo de los estudios por exposición a la sustancia de la ART. Las enfermedades por contacto con asbesto suelen mostrar sus efectos muchos años después, y SBASE “trata de desvincularse”, dijeron.

Mientras la salud de los trabajadores y usuarios del subte continúa en stand-by, la implementación de un plan para reemplazar las unidades en desuso y reactivar el normal funcionamiento de las líneas presiona a la empresa.