Fuente: 20 Minutos

[Egipto] Metro del Cairo refleja la desigualdad económica de Egipto

Con billetes que cuestan el equivalente a 11 centavos de dólar, el tren subterráneo del Cairo es tal vez el más barato del mundo y facilita enormemente el transporte en una ciudad habitualmente atestada de vehículos.

Con billetes que cuestan el equivalente a 11 centavos de dólar, el tren subterráneo del Cairo es tal vez el más barato del mundo y facilita enormemente el transporte en una ciudad habitualmente atestada de vehículos.

Pero esa suma puede ser una pesada carga para una población a la que le cuesta sobrevivir en medio de las reformas económicas implementadas por el gobierno.

El metro de la ciudad, construido hace 30 años, refleja la desigualdad económica que hay en Egipto. A diferencia de los metros de Nueva York, Washington, París y otras ciudades del mundo en las que ricos y pobres conviven en cierta medida, los pasajeros que entran y salen del tren a los empujones son en su gran mayoría pobres o de clase media-baja.

Ese medio considerado vital para esos sectores es despreciado por las clases altas, que no lo necesitan.

Las estaciones y los vagones casi no tienen anuncios publicitarios porque las empresas consideran a sus usuarios consumidores de “clase C”, sin poder adquisitivo. Los residentes de un distrito de clase alta en una isla del Nilo se niegan a tener una estación del tren en su barrio, temerosos que eso genere una invasión de habitantes de barrios de emergencia. Tampoco quieren saber nada del metro los habitantes de los barrios suburbanos que afloran en los alrededores del Cairo, que atraen a clases acomodadas, a pesar del tráfico con que tienen que lidiar a diario.

El metro no es ajeno a las penurias de la economía en un país cuyo gobierno invierte miles de millones de dólares para mantener bajos los precios de los alimentos, el combustible y muchos servicios. Ha reducido los subsidios, aumentado los precios de la gasolina y devaluado la libra egipcia, que cayó de ocho a 18 por dólar.

Muchos economistas extranjeros elogiaron las medidas, pero la inflación que desató, de alrededor del 30%, golpeó duro a la población. Casi un tercio de los 93 millones de habitantes de Egipto viven por debajo del nivel de pobreza, con menos de dos dólares diarios. Muchos millones apenas superan esa cifra.

En marzo las autoridades duplicaron el precio del boleto de metro, que pasó de una libra a dos.

De todos modos, sigue siendo muy barato. A la cotización actual, equivale a 11 centavos de dólar.

Pero para los pasajeros, que continúan ganando los mismos salarios en libras, el aumento fue doloroso y abundan las quejas de la gestión del presidente Abdel-Fattah el-Sissi.

“Me dices que eres pobre y no puedes pagar esa suma”, expresó el mandatario recientemente en un programa televisivo. “Pues bien, yo (el gobierno) también soy pobre y no puedo pagar”, agregó visiblemente frustrado.

A fines de mayo, durante otro programa televisivo en vivo, el-Sissi increpó a un legislador que había pedido que demorase nuevos aumentos a los precios de los combustibles y la electricidad.

“¿Quién eres tú?”, preguntó el mandatario, ofuscado. “¿Estudiaste el tema del que estás hablando?”.

A fines de junio los precios de los combustibles subieron un 55% y la semana pasada el gobierno anunció un incremento de los precios de la electricidad de más del 40%.

El-Sissi dice que la ciudadanía tiene que empezar a pagar precios que se aproximan más a los costos de los servicios. El metro tiene una deuda de 27,7 millones de dólares y sufre pérdidas anuales de 11,1 millones de dólares, según el ministro del transporte Hesham Arafat.

“Está bien si quiere cobrar los precios internacionales para los servicios públicos. Los pago”, manifestó Hisham Mohammed, estudiante de derecho de 26 años que viajaba en el metro hace poco. “Pero a cambio, que me dé democracia y libertad de nivel internacional”, agregó, aludiendo al gobierno de mano dura de el-Sissi y al debilitamiento del estado de los derechos humanos y de las libertades desde que asumió hace tres años.

Mohammed es un empleado del gobierno que gana 3.000 libras egipcias al mes. El valor de su sueldo en dólares cayó de 400 a 165 de la noche a la mañana.

Casi 5 millones de pasajeros viajan en el metro diariamente en esta ciudad de 18 millones de habitantes. El servicio tiene tres líneas y es de lejos el método de transporte más rápido.

Pocos vagones tienen acondicionadores de aire y la mayoría de la gente se asa durante el verano. Las esperas son largas y los trenes a menudo están repletos. Cuando abren sus puertas, la gente que quiere entrar se abalanza y no deja salir a los que se bajan en esa estación.

Los trenes y las estaciones son modestos y cuentan con lo básico. Casi no hay negocios, avisos ni artistas que buscan propinas, aunque abundan los vendedores callejeros de chucherías y comida barata.


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