Fuente: EnelSubte

Trenes de pasajeros para Buenos Aires, y de carga para el interior

El gobierno sólo ha lanzado dos proyectos de importancia para los ferrocarriles: el soterramiento del Sarmiento y la construcción de la RER. Si bien ambas iniciativas cuentan con consenso, se trata de obras que únicamente benefician a la Capital y al Conurbano. El interior, en contraste, aparece relegado y sin proyectos trascendentes: acusan centralismo.

A casi nueve meses de haber asumido el poder ejecutivo, el gobierno de Mauricio Macri no ha expresado aún de forma clara cuál será el programa para el transporte ferroviario de pasajeros que llevará adelante durante su gestión. Sin embargo, existen indicios acerca de cuál será la política a seguir por el gobierno, que parece basarse en aquella máxima que circulaba por los pasillos de las empresas ferroviarias estatales en los primeros días de gestión: “Trenes de pasajeros para el AMBA, y de cargas para el interior del país”.

La actual gestión sólo ha lanzado dos proyectos de relevancia vinculados al modo ferroviario: el relanzamiento del postergado soterramiento de la sección urbana de la línea Sarmiento y la construcción de túneles que permitan vincular a las distintas líneas ferroviarias metropolitanas, en el marco de la RER (Red Expresa Regional).

Si bien existe discusión acerca de las características técnicas, la conveniencia o la viabilidad de ambos proyectos -discrepancias que son mucho más marcadas en el caso del Sarmiento que en la RER-, son obras que han sido evaluadas por décadas y que cuentan con un cierto consenso en sectores académicos, técnicos y empresarios. Ambos, sin embargo, benefician únicamente a la Ciudad de Buenos Aires y al conurbano bonaerense.

Para el interior del país, en contraste, la ausencia de desarrollo del modo ferroviario parece ser la pauta a seguir. Para esa región, el gobierno ha anunciado la exportación del modelo Buenos Aires: construcción de carriles exclusivos para colectivos (Metrobús) en detrimento de proyectos de ferrocarriles metropolitanos, trolebuses y tranvías existentes en las ciudades más importantes del interior.

A esto se suma el abandono del Plan Quinquenal de Ferrocarriles Argentinos, que había sido trazado durante la gestión de Randazzo, y que preveía que un 60% de las inversiones fueran destinadas al segmento de trenes larga distancia y regionales, y con el freno a la expansión de los servicios ferroviarios de larga distancia. De acuerdo con información oficial, sólo se terminarán las obras de renovación de vías a Rosario y Mar del Plata y se efectuarán algunas reparaciones en el ramal a Bahía Blanca, todas obras iniciadas por el anterior gobierno.

El panorama se completa con la transferencia de servicios ferroviarios a las provincias, contrariando la Ley de Ferrocarriles Argentinos aprobada el año pasado con apoyo, inclusive, del actual oficialismo. Tal es la estrategia que el ministerio de Transporte busca aplicar en las provincias de Chaco y Neuquén y que sufrió un traspié con la nacionalización de Ferrobaires.

Las obras de vía en el interior correrán por cuenta de las provincias, “a pico y pala”, tal el caso de Jujuy, o bien serán realizadas por Nación al sólo objeto de servir al transporte de cargas, como las del mentado Plan Belgrano. El desentendimiento con los servicios de pasajeros es total: en el Chaco, el ramal C3 del Ferrocarril Belgrano no será renovado porque no es utilizado por trenes de carga.

El hecho de que las inversiones más cuantiosas beneficien únicamente a Buenos Aires y su área de influencia ya comienza a generar incomodidad en el ambiente político. La diputada Alicia Ciciliani (PS/Santa Fe) advirtió recientemente que “el 80% de las obras se concentra en la Capital y en Buenos Aires” y denunció intenciones “electoralistas” por parte del gobierno en esta desigual distribución.

“[Este es un] modelo concentrador de riquezas en la Capital Federal, con un interior totalmente desprotegido. Estamos a 200 años de la Independencia y volvemos a discutir el puerto de Buenos Aires contra el interior“, acusó, y cuestionó el centralismo del gobierno al priorizar “la Estación Central abajo del Obelisco”, que se construirá “con plata de los santafesinos”.


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